domingo, 4 de noviembre de 2012

Anxiousness por Aelilim


Autora: Aelilim
Fic: Anxiousness
Categoria: slash
Género: Angst
Rating: M
Pairing: Bill/Andreas, Bill/Tom
Advertencias: twincest
Capítulos: 3
Finalizado: Sí
Resumen:  La vida real no es un cuento de hadas. Tal vez el príncipe no es más que un chico que comete errores y quiere sobre todas las cosas a su misma sangre, incluso más de lo que debería. Tal vez la bruja no es más que una pulsera odiosa y su propio miedo. Tal vez... tal vez los finales felices no existan.


It's way too broke to fix, no glue, no bag of tricks - The Crawl, Placebo
***
—Quiero vomitar —fue el susurro de Bill.
Lo que le faltaba. Por respuesta apuró el camino hacia el baño, teniendo cuidado de no trastabillar. Cuando llegaron, abrió la puerta como pudo y Bill se deshizo de su agarre para ponerse de rodillas y pegar la cara al retrete. Tom se quedó mirando su reflejo mientras lo escuchaba vaciar su estómago y sintió lástima… Las cosas no se mantenían en un punto fijo y sus dedos estaban entumecidos; se daba cuenta que no estaba sobrio, aunque no llegaba ni a la mitad de borracho de lo que estaba su hermano.
Se quedó con la mente en blanco, parpadeando pesadamente, hasta que escuchó un balbuceo llamándolo.
—Tomi.
El cabello de Bill estaba sucio, al igual que las comisuras de sus labios y su barbilla. Esa imagen le perturbó.
—Quítate la ropa —indicó quedamente.
Bill pestañó un par de veces, procesando la orden antes de empezar a hacerlo. Tom le observó, suprimiendo el impulso de ayudarlo cuando se golpeó la cabeza al intentar quitarse el pantalón. Muchos minutos e intentos fallidos después, Bill terminó desnudo. Tom reguló el agua y lo ayudó a meterse bajo el chorro.
—No vayas a caerte.
Sus palabras eran inútiles porque lo tenía muy bien sujet,o incluso demasiado, dejando marcas rojas en los brazos e incrustando las uñas, pero se las había murmurado al oído y ver las reacciones de Bill le producía placer culpable. Con una mano pasó el jabón por los lugares a los que llegaba, mojándose la gorra y un poco de su cabello. Rechazando la idea del champú, cerró la regadera y cubrió a Bill con una toalla.
—¿D-dónde está...? —El intento de pregunta de Bill quedó a medias, pero Tom sabía a qué se refería. No se molestó en contestar sino que gruñendo groserías, le ayudó a ponerse su pijama y a meterse en la cama. Cuando estaba alejándose, pensando que quizá estaba a tiempo de cambiarse de ropa, volver a la fiesta y pasar un buen rato, Bill le detuvo—:¿Dónde está? —Ya no arrastraba las sílabas, sin embargo, su lengua seguía trabada.
No sabía dónde se hallaba, eso era lo cierto, no sabía y no le interesaba. Tom alzó los hombros y comentó algo de poner más atención con las cosas. Cuando los ojos de Bill se pusieron aún más brillosos, como si romper a llorar fuese la opción más llamativa, se mordió el labio inferior.
—No te atrevas a... —Interrumpiendo su oración hubo un quejido y un “Andi”, y lágrimas, y más pronunciación del maldito nombre de Andi entre gemidos entrecortados. Mierda. Mierda. Mieeeeerda. ¿Bill podía hacer tanto escándalo por perder un objeto tan ridículo?… Pregunta estúpida: claro que sí.
Era una pulsera delgada de color rojo oscuro.
Algo insignificante y que dudosamente llamaba la atención en comparación al resto de cosas que Bill solía ponerse y, sin embargo, el detalle más grande y molestoso que había estado presente en su vida desde hacía tiempo. Todo porque en una de las salidas al centro comercial de Bill y Andreas, a su hermano se le había ocurrido comprar dos pulseras idénticas (de la amistad, supuestamente), y Andreas había creído que la idea era la más genial de todas.

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