viernes, 2 de noviembre de 2012

¡Bang! por Archange


Autora: Archange
Fic: ¡Bang!
Categoria: slash
Género: Drama
Rating: T
Pairing: Bushido/Bill/Tom [Twinshido]
Advertencias: Trío, twincest
Capítulos: 1
Finalizado: Sí
Resumen:  ''Bill sabía que la polla de un hombre es un arma, y que un arma es sólo la extensión de una polla. En ambas reside su orgullo, su poder. Su absoluta debilidad.''



BANG-BANG
Cuando Bill llegó a la habitación, él ya lo estaba esperando.
Salía del baño, con el largo cabello mojado y un albornoz negro atado a la cintura. Después de lo ocurrido no podía aparecer ante él desmadejado y sudoroso. Una de sus obligaciones era lucir siempre perfecto en su presencia.
Siempre hermoso. Siempre fiel.
—Lo sé —la voz grave de Bushido erizó su piel de terror. Bill sintió la garganta cerrada y el corazón palpitando en los oídos.
—Anis —logró articular. No lo esperaba. No tan pronto.
—¿No dices nada? —sus ojos negros flameaban de rabia contenida. Un grito hubiera sido más fácil para Bill que ese áspero susurro cargado de malicia.
—Yo… — sus manos crispadas se aferraron al cinturón del albornoz, retorciéndolo una y otra vez. ¿Cómo podía explicarle lo sucedido si ya lo había juzgado y condenado? Las cosas eran muy distintas de lo que Anis imaginaba, desde luego, pero una asfixiante parálisis le impedía siquiera pensar con claridad. No sería la primera vez que alguien salía mal parado por llevarle la contraria al Gran Hombre, por muy seguro que estuviera de la verdad o por mucho que la razón estuviera de su lado.

—Me has traicionado, Bill —sentenció, dejando que la palabra maldita gravitase en el silencio de la habitación hasta que las rodillas del chico flaquearon.
—Nunca lo haría, lo sabes —musitó, intentando recomponerse un poco— no sé lo que te han contado pero…
—¿Quién te ha dicho que me lo han contado? — Preguntó en un tono rasposo y siseante. Bill estaba a punto del colapso, pero el tiempo que estuvo en la calle lo había entrenado para reaccionar ante situaciones de peligro. El mensaje estaba claro

—¿Cuánto tiempo estuviste…? —no lo miró a los ojos, su voz era suave.

—El suficiente —dijo, acusándolo con cada sílaba. Bill se estremeció bajo el peso de los cargos que pendían sobre su cabeza.

Traición. 


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